La placenta como la que aboga por nuestra decisión

 
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La placenta es un órgano que nace y muere para dar lugar a la vida misma, tiene una importancia ancestral y transgeneracional que está conectada con su maravillosa capacidad para cuidar y morir para ayudarnos a recordar. 

De ella, sabemos poco en la medicina occidental, y mucha de la información que hemos recordado viene de nuestras comunidades indígenas (hermanos y hermanas mayores) saben, y en este texto no pretendo recopilar dicha visión sino de darles una visión desde la exploración propia de ella como medicina. Si no te has preguntado por qué es o qué importancia tiene la placenta, hoy te invito a que lo hagas; tanto la que te albergó como la que ha creado tu cuerpo para albergar a otros así estén vivos o no. 

Como mujer mestiza, urbana, hoy hablo como la doula y abogada que comprendió la importancia de la placenta luego de conectarse espiritualmente con la que me albergó en el cuerpo de mi madre por 31 semanas (sí, soy prematura) y que ya como adulta ejerciendo el derecho especialmente en la defensa de los derechos sexuales y reproductivos, me conectó con el derecho como la herramienta que “aboga” por la vida, la decisión y la sabiduría individual y colectiva. 

Hace un tiempo una partera urbana que respeto mucho, nos hacia ver que la placenta es la abogada de la gestación y en ese momento fue como si todo tuviera un lugar más claro. Ya que abogar, es estar a favor de algo o de alguien y así se es la que acompaña las decisiones y ahí la placenta nos recuerda que es la que nos acompaña en las decisiones de dar vida y dar la bienvenida a otro momento. Igualmente, las herramientas en derecho “abogan” por nuestros derechos, nos acompañan en las decisiones que como personas tomamos. 

Por ello, hice la conexión entre el derecho como herramienta y la placenta, porque los dos “abogan” y nos permiten una percepción no sólo más amplia sino también materializada de nuestros deseos. Así que, haciendo esta conexión, creo importante darles lugar a ambos en nuestras vidas, permitiendo que el plano de la defensa de los derecho no sea desde la lucha sino de la exigencia por lo que es nuestro. 

Por eso, los recursos en el derecho tienen un marco objetivo y subjetivo que se acomoda a los intereses y experiencias de cada persona, ello nos ayuda a hablar con el Estado; ese “padre” que no comprende muchas veces la individualidad de la vida y que pretende homogenizar lo que por naturaleza es heterogéneo. Por eso, la placenta aboga como el derecho para comprender la vida misma.  

No le tengamos miedo al derecho, él puede aportarnos acceso a esa conversación para materializar y reconocer que nuestras decisiones son legítimas y válidas. Y tampoco creamos que el derecho lo hacen afuera de nosotros y nosotras, y que está escrito en piedra, porque él está ahí para transformarse con el tránsito de las sociedades, como lo hace la placenta cuando necesita comunicarse de una forma más precisa con el cuerpo de la mamá o del bebé. 

Por ello, mi mayor respeto hacia la maestra placenta; mi gozo por reconocerla como sabia y acompañar a familias a conectar con ella de formas que sobrepasan nuestras visiones occidentales de nuestro cuerpo. Así que les invito a conectar con nuestras placentas, recordamos ese lugar en el mundo ya que no es solo órgano, es una antena de información de nuestro ser más allá de lo biológico. Y así también conectar con esas herramientas en derecho que pueden aportarnos a la realización de lo que ya es nuestro, nuestra dignidad. 

 
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