Historia de dos partos (Parte II)

Relato: Daniela Espindola

Fotografía: Manuela Montañez Guerra

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Mi tercer embarazo fue un deleite.

Así como con mi hija, Federico fue un bebe muy anhelado y soñado. Sabíamos que queríamos que el parto fuera en casa, pero no queríamos compartir eso con muchas personas ya que la mayoría de personas no sabe que un parto vaginal después de cesárea (PVDC) es posible e incluso recomendable, ademas de respaldado por la ciencia. Pero claro, si la idea de un parto en casa parece “irresponsable” para muchos, un parto en casa después de cesárea es una locura absoluta.

Encontré un ginecobstera diferente al que recibió a mi hija que decía ser pro-PVDC, sin embargo nunca le comente que estaba buscando una partera paralelamente porque no senti la confianza de hacerlo.

Siempre senti que el “toleraba” la idea del PVDC, pero no que necesariamente la apoyara en su totalidad, con todo y que mi embarazo era totalmente sano y yo era buena candidata para esto (como lo son la mayoría de mujeres que han tenido una o incluso mas cesáreas).

Muy temprano en mi embarazo decidi que no iba a pagar el precio de la ignorancia nuevamente, y me registre en un curso de las doulas detrás del Podcast “The VBAC link” el cual estudie junto a mi esposo a lo largo del embarazo. Allí aprendí muchísimas cosas, entre ellas que buscar en un equipo de parto, y junto con mi esposo nos pusimos a la tarea, pues sabíamos que el hospital era solo un plan B.

Mientras hacia mi búsqueda, encontré en un podcast (“The Birth Hour” si no estoy mal), un episodio donde una doula relataba sus tres experiencias de parto. La primera hospitalaria en Europa, la segunda en casa en Panama, y la tercera en casa en Bogota, Colombia. No lo podia creer! La busque en redes sociales y la contacté. Resultamos viviendo muy cerca la una de la otra y al poco tiempo nos encontramos para tomar un cafe. Le conte toda mi historia, y mi anhelo de un parto en casa. Me escucho con empatía, pero sobre todo, absolutamente convencida en mi capacidad de parir. Me puso en contacto con su partera y su equipo, quienes me recibieron con la misma calidez. Fue así como se conformo mi equipo de parto.

Alexa y Maria fueron mis parteras, y Neram fue mi doula. Ellas acompañaron todo mi embarazo, y aunque tuve acompañamiento medico paralelo, nada se puede comparar al amor y cuidado que recibí de parte de ellas.

Que hermoso fue poder reír cada 15 días, tomando onces juntas, aprender de ellas y su experiencia y ser consentida con masajes. Una experiencia muy diferente a mis controles medicos, los cuales considero tienen su lugar, pero cada vez mas estoy convencida de que la ginecobstetricia y la partería deberían ir de la mano. El embarazo y parto son procesos fisiológicos, no enfermedades. Una mujer embarazada esta en la flor de la vida! Aunque es importantísimo contar con la medicina cuando es necesaria, medicalizar mujeres y embarazos sanos no tiene ningún sentido.

En la semana 34 tuve un control diferente a todos los demás. Primero que todo, porque estába llegando la pandemia a Colombia, eran finales de marzo o principios de Abril del 2020. Empezo la consulta y mi medico miraba la ecografía preocupado, y me dijo que mi “barriga estaba demasiado pequeña” y que por eso el bebe seguro también. Me fije bien, y vi como cambio unos números en la pantalla que cambiaron drásticamente el percentil en el que figuraba mi hijo. De repente mi hijo estaba en un percentil bajísimo para talla y peso. Al final me dijo que llamara a la secretaria para agendar la cesárea porque esto podia ser restricción de crecimiento intrauterino y que el bebe no sobreviviría el parto.

Esa historia la había escuchado antes. Apenas salí del consultorio (debía estar sola por medidas de bioseguridad), mire a mi esposo y le dije “ese fue nuestro ultimo control, por aquí no vamos a volver”. Cuando llegamos a casa hice un par de cosas. La primera fue buscar todas mis ecografías pasadas y analizar la curva de crecimiento de mi hijo. Según esta ultima ecografia, mi hijo no había crecido prácticamente nada desde el ultimo control. Aunque aun hoy en día quiero pensar que no fue así, estoy casi segura que el medico manipulo los números. Además, yo sentía a mi bebe mas grande y mas fuerte, pero sobre todo, mi instinto me decía que el estaba bien. Contacte a Rodrigo Aybar, un ginecobstetra que atiende partos en casa en panama, y le comente detalladamente la situación en la que estaba.

Me felicito por escuchar mi instinto, y me aseguro que mi barriga estaba perfecta y que mi bebe seguramente también. Nos recomendó cambiar de medico. Sin embargo, estábamos en pleno pico de la pandemia, en aislamiento y cuarentena obligatoria, todo era muy estresante, y decidimos simplemente no tener mas controles medicos en lo que restaba del embarazo.

A la semana 37 empece a tener contracciones de practica. Muy diferente a mi hija, con quien no senti absolutamente nada estando de 39. A las 38 y media se pusieron lo suficientemente fuertes y frecuentes una noche, asi que mis parteras vinieron a casa. Se aseguraron de que todo estuviera listo y esperaron toda la noche, sin embargo las contracciones pararon así que ellas se fueron por la mañana. Estuve unos 3 días sintiendo a Federico increíblemente bajo, pero sin contracciones regulares. Hasta que en la madrugada del sábado 2 de Mayo, el día que cumplía 39 semanas, a las 3am aproximadamente me despertó la intensidad y frecuencia de las contracciones. Aunque eran tolerables, ya no podia dormir, y a las 4 am estaban junto a mi tanto mis parteras como Neram.

Alexa no suele decirle a las mujeres que tan dilatadas están, ya que no es necesariamente un indicativo de que tan largo sera el proceso de parto, y vaya que fue cierto en mi caso! Le había pedido a Neram que llamara a la fotógrafa cuando ella supiera que el momento del nacimiento se acercaba, y me sorprendí muchisimo cuando la vi llegar a eso de las 7am, pues yo me sentía demasiado bien! No podia creer que fuera a ser tan pronto. De hecho, recuerdo decirles en algún momento a todas, que esto seguramente era una falsa alarma y que fueran a casa, pero Alexa me aseguro que no era una falsa alarma.

Reímos, hablamos, jugamos con Agustina, y yo comí, dormí, y moví mi cuerpo para abrirle paso a Federico. El tiempo progreso y a eso del medio día, mi esposo y yo decidimos llamar a su tia para que viniera a recoger a Agustina (en ese momento ella tenia 2 años recién cumplidos, y yo estaba demasiado en modo mamá).

Me enteré después de que en ese momento yo ya estaba en casi 10 de dilatación, pero no me había dado por enterada ya que estaba tan concentrada en mi hija. Una vez llegaron por ella, es como si inmediatamente mi cuerpo se hubiera permitido rendirse al trabajo de parto y dejarse llevar. El proceso fue lento, pero muy llevadero.

Llego la noche y Alexa dijo que era hora de entrar al agua. Yo sabia que eso quería decir que ya estábamos cerca. Sin embargo, apenas entre al agua me relaje muchisimo y la intensidad y frecuencia de las contracciones bajo. Salí del agua y mis parteras me guiaron en unos ejercicios que las activaron nuevamente, pero cuando regrese al agua de nuevo se calmaron. Esto duro un buen tiempo, y yo estaba empezando a sentirme demasiado cansada. Fue ahí que Alexa me dijo que sintiera cómo la cabeza estaba allí.

¡Bebé estaba listo, pero no quería nacer en agua!

Pasamos a la silla de parto y me da risa recordar que entre el agotamiento e intensidad llegue a pensar si era demasiado tarde para ir a la clínica. ¡Claro que era demasiado tarde! Las contracciones llegaron como olas, cada vez mas fuertes, pero no necesariamente muy seguidas. Mi cuerpo las llevo al ritmo que Fede y yo las necesitábamos. Estaba agarrada de los brazos de mi esposo en cuclillas encima de la silla de parto, y aunque sentía que era la postura que mi cuerpo quiso asumir, era exigente y entre contracciones sentía que me iba quedar dormida del cansancio.

De repente, senti fuego, una presión fuerte, y una sensación imparable de pujo, y de la forma mas milagrosa, poderosa, y sencillamente indescriptible, nuestro Federico llego al mundo unos 20 minutos antes de la media noche.

Un bebe sano, absolutamente perfecto, nos cambio la vida con ese primer llanto. ¡No lo podía creer! “Lo hice! Lo hice!” Le dije a mi esposo mientras Alexa desenredaba las circulares tan comunes en los bebes. Luego lo pusieron en mi pecho y senti el extasís mas espectacular que haya sentido en mi vida.

Una vez alumbro la placenta, que fue casi que inmediatamente después del nacimiento, pasamos a la cama, mi esposo corto el cordon umbilical una vez dejo de pulsar, y Alexa me reviso. Ni un desgarro, aunque había sido mi primer parto vaginal, lo cual acredito completamente a la libertad de movimiento y al respeto de mis tiempos Estoy absolutamente convencida que en una clínica no me hubieran esperado 12 horas estando en 10 de dilatación.

Esa noche, mi esposo, Federico y yo dormimos todos en el calor de nuestro hogar bajo el cuidado de Alexa y Maria quienes pasaron la noche con nosotros. A la mañana siguiente regreso Neram, y por los siguientes 40 días, las tres me visitaron regularmente, asegurándose de que estuviera descansando, alimentándome bien, y consintiéndome con masajes y ayudas en casa. No tengo como agradecer esta experiencia. Son ángeles que me puso Dios en el camino.

Como anhelo que cada mujer pueda vivir algo así.

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